juntas, sobre todo las que llegan a la edad madura.
especial. Es una especie de humor sardónico, una risa entre dientes
mujeres… Es la carcajada sagrada de Baubo. Baubo (a quien
directo, divertido, solidario y, sobre todo, sabio. Marija Gimbutas, la
mente humana durante milenios».
La indecente Baubo
Cuando la diosa Deméter se enteró de que a su hija Perséfone la había
secuestrado Hades con el permiso de Zeus, el dolor que sintió por la pérdida fue
incluso más acuciante. Deméter abandonó el Olimpo y rechazó la compañía de los
demás dioses para vagar por la tierra, ocultando su divina belleza bajo la apariencia
de una mujer que ya no estaba en edad fértil. Un día apareció en Eleusis y se sentó
junto al pozo donde las hijas de Celeus, el gobernador de Eleusis, habían acudido
para recoger agua. Las muchachas sintieron curiosidad por esa extraña que estaba
entre ellas y le hablaron. Deméter les dijo que buscaba trabajo de niñera, y
entonces, las muchachas la condujeron a su casa para presentarle a su madre
Metanira, la cual acababa de dar a luz a un niño. Cuando la diosa atravesó el
umbral y tocó el techo con la cabeza, durante unos instantes la puerta se iluminó
con un resplandor divino. Metanira, a quien la escena había infundido un gran
respeto y que estaba sentada con el niño en el regazo, le ofreció al instante su
espléndido diván y su mejor vino, pero la diosa declinó la invitación. La visión de la
madre con el niño debió de evocarle antiguos recuerdos y despertar la nostalgia por
la hija desaparecida, porque Deméter se quedó callada y cabizbaja, y sólo se sentó
en una silla ordinaria que la criada Baubo le trajo más tarde. Deméter, sin
embargo, siguió guardando un doloroso silencio del cual nadie podía arrancarla,
hasta que Baubo consiguió animarla con sus chistes picantes. Sus bromas le
hicieron sonreír, y cuando la doncella se levantó la falda y mostró sus partes,
Deméter rió y se curó. Entonces aceptó un simple refresco de cebada y menta y
accedió a ser la niñera del bebé (como solaz momentáneo en su camino).
Los chistes y los gestos de Baubo forman parte de un humor obsceno
que nos hace reír a carcajadas y que puede surgir en una reunión
de mujeres que viven una situación catastrófica.
.

Cuando Baubo se levantó la falda en son de burla, tal y como
nos lo relata el mito griego clásico, el acto que realizó, el mostrar su
vulva, en los textos religiosos griegos se llama ana-suro-mai (que
literalmente significa «levantarse las faldas»). Su gesto era indecente
y provocó la risa, pero había algo más profundo en todo eso. Lubell
indaga en las raíces prepatriarcales de este gesto y descubre que es
un vago recordatorio de una era matriarcal muy antigua en que la
zona púbica de la diosa era la puerta sagrada de donde provenía la
vida, y que el triángulo invertido era un símbolo sagrado. El gesto de
Baubo de levantarse la falda y mostrar su vulva aparece en diversos
útiles y en las manifestaciones artísticas que comprenden desde el
Paleolítico hasta la Edad Media, y desde la antigua Europa y Egipto
hasta Siberia y las Américas.
Algunas de las figurillas de arcilla de Baubo que los arqueólogos
han hallado nos hacen sonreír. Son mujeres con la ropa levantada
sobre un vientre orondo. Son todo piernas y abdomen. A veces
incluso se representaba un rostro sonriente sobre el vientre, y la
hendidura de la suave barbilla en forma de V era la ranura vulvar y
vertical que tenía entre las piernas. A pesar de que Baubo y estas
estatuillas son imágenes menores comparadas con las divinidades
olímpicas y las estatuas de mármol de la antigua Grecia, cuando nos
remontamos a la época prepatriarcal para indagar en sus orígenes,
comprendemos que son el recordatorio vago e infravalorado de que
las imágenes de la sexualidad y la fertilidad de la mujer eran
sagradas, y no lascivas. En el pasado la vulva era la entrada al
cuerpo de la diosa, y las entradas de las cuevas en forma de ranura
se pintaban consecuentemente de color rojo tierra en señal de
reverencia.
Jean Shinoba Bolen. «Las diosas de la mujer madura»